Buen día lectores ¿Qué hay de
nuevo en sus vidas? Les doy el buen día porque en el momento en el que me
encuentro escribiendo este párrafo son las 11:20 am.
Disculpen no comenzar como
siempre acostumbro, esta vez he decidido
redactar esto de una forma que no hago muy a menudo. Hace algún tiempo, como
suele pasar cuando me llega a la mente el recuerdo que tengo un blog y que
tengo que escribir para el, me hice la pregunta con la que he logrado construir
todas estas páginas… “¿de qué rayos voy a hablar está vez?” Y
pasando por todo el proceso creativo y mi desconcierto, por fin me deje llevar por
la idea de relatar en vivo un instante que me ocurriese.
Y pues aquí estoy, escribiendo en
una hoja de notas de mí celular fuera de una oficina de recursos humanos en una
compañía en la cual he trabajado desde que hice mis prácticas en preparatoria,
cualquiera que no me conozca diría que estoy escribiendo un mensaje (un mensaje
muy largo).
El lugar es cómodo, no hay muchas personas por aquí, 4 a lo máximo, la locación parece ser un híbrido entre sala de espera y algo así como un despacho contable, es pequeño y semiordenado, la gente a la cual saludé al entrar ahora aparentemente
me ignora porque se encuentra ocupada en su vórtice laboral, el licenciado que iba a atenderme se ha ido de su oficina (yupi!!!), pasando frente a mí con cierto aire de indiferencia e imitando la misma actitud cuando ha regresado; por su tono de voz al dirigirme la palabra para pedir que esperará afuera (cabizbaja y distante), la solicitud de su asistente cada 10 minutos con papeles de una carpeta enorme y una pequeña conversación que logre captar de él hablando por un radio, he deducido que su día no va muy bien, la parte fea de este asunto es que si quiero ocupar una vacante en este lugar tengo que hacer que este señor me atienda en un momento de tranquilidad dentro de su huracán de deberes y por consiguiente me contrate, evitando de lleno que tome mi solicitud como una más que archivar en esa enorme carpeta que su asistente pasea del estante a su escritorio.
El lugar es cómodo, no hay muchas personas por aquí, 4 a lo máximo, la locación parece ser un híbrido entre sala de espera y algo así como un despacho contable, es pequeño y semiordenado, la gente a la cual saludé al entrar ahora aparentemente
me ignora porque se encuentra ocupada en su vórtice laboral, el licenciado que iba a atenderme se ha ido de su oficina (yupi!!!), pasando frente a mí con cierto aire de indiferencia e imitando la misma actitud cuando ha regresado; por su tono de voz al dirigirme la palabra para pedir que esperará afuera (cabizbaja y distante), la solicitud de su asistente cada 10 minutos con papeles de una carpeta enorme y una pequeña conversación que logre captar de él hablando por un radio, he deducido que su día no va muy bien, la parte fea de este asunto es que si quiero ocupar una vacante en este lugar tengo que hacer que este señor me atienda en un momento de tranquilidad dentro de su huracán de deberes y por consiguiente me contrate, evitando de lleno que tome mi solicitud como una más que archivar en esa enorme carpeta que su asistente pasea del estante a su escritorio.
Pueden medir que tan ocupado se encuentra este licenciado de recursos humanos por la cantidad de cosas
que he escrito desde que me pidió que aguardara afuera ¿no creen que le parecería gracioso saber que él es el centro de lo que escribo? si algo he aprendido en mi corta vida laboral es que la presión no hace nada más que volver al trabajo mucho más pesado y aumentar la probabilidad de cometer más errores de los que ya se cometieron. Si el licenciado leyera esto tal vez reiría, tal vez se tomaría un momento para inhalar lenta y profundamente el contaminado aire que ronda a su alrededor (eso no fue un chiste, en serio está contaminado), tal vez me sonreiría y diría muy relajadamente: “hijo tu eres el tipo de persona a quien yo y esta empresa necesitamos, estas contratado con sueldo de gerente por tu excelente personalidad, gracias a Dios que nos elegiste a nosotros y no a la competencia”; disculpen, mi imaginación vuela siempre que me pongo a escribir; por si les interesa no he venido a conseguir un puesto del perfil con el que estoy estudiando, el terreno laboral del lugar en donde vivo está en el punto más alejado de mis estudios, para serles franco estoy aquí por el dinero.
Un profesor me dijo una vez que la
gente que domina el buen y alto mundo de las relaciones y recursos humanos se concentra
en inspeccionar detalladamente a sus candidatos, quizá el licenciado es una
especie de analista psicológico que está midiendo mi capacidad de paciencia, o
quizá es de nuevo mi imaginación por estar escribiendo en medio de una oficina
antes de pedir trabajo, como sea escribir hace que ocupe mi tiempo.
Ahora, a la 1:01pm de este mismo
día les doy las buenas tardes, me encuentro en el edificio de la bolsa de
trabajo, digamos que el licenciado de recursos humanos de la compañía en la que
estuve hace unos momentos apreció mis habilidades con un dulce “te llamamos el
fin de semana”, una frase que comparo como aquel momento en el que compras un
producto que te promete regalos al reverso de la bolsa y lo único con lo que se
topan tus ojos es con un “sigue participando J…
y volviendo más millonaria a nuestra empresa”, y así es como, con un despido al
licenciado, un autobús y una fijación por encontrar trabajo, he llegado aquí, a
la bolsa de trabajo, donde ignorando que la gente que te apoya a conseguir
trabajo le importa más mantener el suyo que conseguirte uno a ti, me topé con
dos posibles vacantes, de las cuales hasta ahora llamé a uno (y me dio la misma
respuesta que el licenciado) por desgracia si llamo al otro me
temo terminaré mi crédito, así que de una hibrida oficina de recursos financieros, pase a una (en mi opinión) simplista oficina de gobierno y ahí a pensar un poco en algunos otros trámites y caer aquí, a la 1:45pm, en un consultorio médico de blancos muros, un traga luz a medio pasillo y una sala de espera pequeña, descuiden no me siento mal y no ha pasado nada malo, tengo que sacar un certificado médico si quiero dejar mis papeles en algún otro lado.
temo terminaré mi crédito, así que de una hibrida oficina de recursos financieros, pase a una (en mi opinión) simplista oficina de gobierno y ahí a pensar un poco en algunos otros trámites y caer aquí, a la 1:45pm, en un consultorio médico de blancos muros, un traga luz a medio pasillo y una sala de espera pequeña, descuiden no me siento mal y no ha pasado nada malo, tengo que sacar un certificado médico si quiero dejar mis papeles en algún otro lado.
Al llegar a la sala de espera del consultorio me he sentido extrañamente en el mismo lugar donde comencé a escribir, un lugar lleno de personas indiferentes pero más enfermas cuyo único contacto social dentro de la sala ha sido el saludo que lanzaron al llegar, ya he pasado con el doctor, de hecho estoy escribiendo esto en mi cuarto a las 12:08am (de la noche, la verdad siempre me ha confundido las 12:00pm y las 12:00am), quise escribir más en el consultorio pero la batería baja y una imposibilidad de detenerme a teclear cuando salí me obligaron a hacerlo ahora, continuando con mi relato, el doctor me pidió pasar, al sentarme hizo notar mi playera a forma de socializar, lo acepte y seguí la conversación, al parecer tenía un buen día con trabajo medio, el doc tenía una estatura parecida a la mía (ósea medía poco), aparentaba entre 45-55 años, traía puesto un reloj que parecía caro, no pude ver la marca, me pareció extraño el tamaño de sus uñas, no se mucho de medicina pero tenerlas largas no es higiénico, he de suponer que tal vez ya perdió ese amor y chispa a su profesión, he notado que
la mitad del certificado médico lo ha rellenado con datos que no ha comprobado, lo hizo de una forma muy automática, según esto y su firma en el papel, calculó telepáticamente mi presión arterial sin siquiera tocarme o utilizar un instrumento, ¡¡¡pero que buen doctor!!! Y no le importó en lo absoluto que no le dijera que tipo de sangre era. En lo que si puso mucha atención fue en cobrarme el certificado médico.
Lo curioso de la sala de espera
del consultorio es que había dos doctores pero la gente esperaba que se
desocupara alguno en específico, sin importar que el otro los pudiera atender
también, al parecer preferían a alguno por el trato que les brindaba. Bueno
gente, me parece que ya es hora de dormir, si avanzan al siguiente párrafo ya
será mañana u otro día diferente al de hoy y yo estaré despierto escribiendo
alguna otra tontería, mientras tanto buenas noches.
Hoy de nuevo me encuentro en el
lugar donde comencé a escribir, la sala hibrida como la he bautizado, la
misma en la que estuve ayer al solicitar un empleo (el primero), olvide mencionar que después del certificado médico decidí ir a mi casa y aproximadamente a las 7:00pm el licenciado de recursos humanos me llamó y suplicó que lo perdonara por no valorar mis habilidades laborales, y como no pude soportar que casi lloraba por teléfono le dije que no se preocupara, que mañana (ósea hoy por si la relatividad del tiempo de mi
relato los confunde) me presentaría a ocupar un puesto, y sea cual sea el nivel de distorsión de mi historia, heme aquí, bueno en realidad ya no tan aquí, antes de esa coma estaba en la sala hibrida, ahora, después de que me han dado un puesto, me encuentro en el auto de uno de mis compañeros de trabajo a las
11:38pm (si de la noche) rumbo a la casa de no sé quién otro compañero a dejarlo, disculpen que no sea nada estático con los puntos de referencia de una línea texto a otra, resulta que mi novatada en el trabajo fue quedarme de las 8:00am a las 11:00pm, en realidad he tenido peores novatadas, recuerdo muy bien la novatada que tuve en un restaurant al tener que limpiar las tasas del baño con una revoltura de ácido, limón, cloro y sosa, esa cosa era prácticamente una bomba tóxica, terminé fumigado al salir. En otra ocasión me toco ordenar cajas con aislamiento térmico… que en términos coloquiales conoceremos como colchas de fibra de vidrio, lo curioso es que nadie me dijo lo que era la fibra de vidrio hasta que la sentí a flor de piel, en una última ocasión me abandonaron en medio de la nada a cuidar un lugar sin techo, baño o electricidad, con una lámpara que no tenía pilas… en comparación a eso salir de mi trabajo a las 11:00pm es el cielo.
Estoy en un Tsuru gris rumbo a no sé dónde, hay 4 personas en el auto incluyéndome, mi compañero el
conductor parece conducir algo acelerado (curiosamente él estudió en el mismo lugar que yo, casi en el mismo tiempo, viviendo en la misma colonia y nunca lo conocí en la escuela), la única fuente de sonido es la radio cuya canción que toca conozco pero no sé el nombre (maldita sea este párrafo debería llamarse “mira como intento relatar cosas de las cuales ignoro hasta el nombre”).
misma en la que estuve ayer al solicitar un empleo (el primero), olvide mencionar que después del certificado médico decidí ir a mi casa y aproximadamente a las 7:00pm el licenciado de recursos humanos me llamó y suplicó que lo perdonara por no valorar mis habilidades laborales, y como no pude soportar que casi lloraba por teléfono le dije que no se preocupara, que mañana (ósea hoy por si la relatividad del tiempo de mi
relato los confunde) me presentaría a ocupar un puesto, y sea cual sea el nivel de distorsión de mi historia, heme aquí, bueno en realidad ya no tan aquí, antes de esa coma estaba en la sala hibrida, ahora, después de que me han dado un puesto, me encuentro en el auto de uno de mis compañeros de trabajo a las
11:38pm (si de la noche) rumbo a la casa de no sé quién otro compañero a dejarlo, disculpen que no sea nada estático con los puntos de referencia de una línea texto a otra, resulta que mi novatada en el trabajo fue quedarme de las 8:00am a las 11:00pm, en realidad he tenido peores novatadas, recuerdo muy bien la novatada que tuve en un restaurant al tener que limpiar las tasas del baño con una revoltura de ácido, limón, cloro y sosa, esa cosa era prácticamente una bomba tóxica, terminé fumigado al salir. En otra ocasión me toco ordenar cajas con aislamiento térmico… que en términos coloquiales conoceremos como colchas de fibra de vidrio, lo curioso es que nadie me dijo lo que era la fibra de vidrio hasta que la sentí a flor de piel, en una última ocasión me abandonaron en medio de la nada a cuidar un lugar sin techo, baño o electricidad, con una lámpara que no tenía pilas… en comparación a eso salir de mi trabajo a las 11:00pm es el cielo.
Estoy en un Tsuru gris rumbo a no sé dónde, hay 4 personas en el auto incluyéndome, mi compañero el
conductor parece conducir algo acelerado (curiosamente él estudió en el mismo lugar que yo, casi en el mismo tiempo, viviendo en la misma colonia y nunca lo conocí en la escuela), la única fuente de sonido es la radio cuya canción que toca conozco pero no sé el nombre (maldita sea este párrafo debería llamarse “mira como intento relatar cosas de las cuales ignoro hasta el nombre”).
La carretera ha tomado un rumbo
con poca luz y rudimentaria, una triste gasolinera en medio de terrenos baldíos
y curvas es lo que observo, me cuesta escribir en mi celular, el coche tiembla,
frente a la carretera hay un gran llano y terminando se puede ver la luna
amarillenta y enorme, da la impresión de ese tipo de escenas donde unos amigos
van en su auto y a medio camino encuentran a una persona que les pide ayuda y
después resulta ser un asesino serial con una sierra eléctrica, machete, pico,
azadón, pala o cualquier tipo de herramienta de agricultor trastornado; el
lugar a donde fuimos resultó estar más lejos de lo que esperé, me hizo
reconsiderar el adjetivo “pueblo olvidado de Dios” que le doy al lugar a donde
vivo, en comparación por lo menos hay señal de celular y más tiendas, por
impedimento de mi batería tengo que dejar así este párrafo, los veo en el
siguiente.
Es sábado y estoy saliendo de mi
trabajo en la camioneta de otro compañero, he tenido la buena suerte de
viajar
gratuitamente en el vehículo de alguien desde que entré, si no mal recuerdo en
el párrafo anterior estaba dentro de uno también, por cierto, me alegra
decirles que esa ocasión llegamos a nuestros destinos sin ser mutilados por
algún psicópata, hoy es domingo y son
las 10:21pm, y de haber pasado de una camioneta ahora estoy en la sala de mi
casa contemplando como se inflan unas palomitas con extra mantequilla, el sonido
de unas palomitas en el micro mientras suena
una canción de los Red Hot C. son de esos pequeños detalles que hacen que mi
vida conserve el sentido y orden lógico natural, y como buena persona que no
usa el botón de palomitas aunque los ingenieros en electrónica se hayan roto la
cabeza en ponerlo, he configurado el timmer del micro en 3:30 min, ahora que las
he sacado veo que se quemaron (gracias ingenieros), para la próxima dejaré que
ese botón reemplace mi habilidad para aproximar el tiempo de cocción de las
palomitas. Me ha llegado a la mente que en algún momento deberé dejar de
escribir, solo que espero una señal, ya he probado las palomitas y la mitad
están quemadas, las he estado comiendo a ratos y para serles franco no está tan
mal.
Lección de vida 3,451: Deja al botón de palomitas hacer su trabajo |
Se suponía debía de estar
estudiando pero por alguna razón creo que por hoy ya no lo haré, quería
aprovechar para contarles que conseguí el empleo con el que comencé, hoy lunes
es mi quinto día en el, y me encuentro afuera de las oficinas donde se tramita
el número de seguro social (se han percatado que mi relato es
posible gracias a los momentos de espera dentro de una sala? no había notado
cuanto tiempo desperdiciamos esperando), puedo ver que la estancia tiene ese
toque simplista y descuidado que el gobierno acostumbra para todas sus
sucursales que apoyan a la población, las paredes
parece que alguna vez fueron blancas, ahora son de color beige con manchas
negras, como si hubiese habido humo, hay carteles pegados en todos lados, algunos con intenciones directas a empleados, otros para empresarios aunque no llaman mucho la atención; desde donde estoy se puede notar la jerarquía que el sistema impone sobre el personal, que de hecho tengo la loca teoría que la administración rige su orden más por la posición física que por orden intelectual, o bien el orden intelectual busca la máxima posición física, en planta del edificio al lado derecho de la sala de espera y recepción están los empleados con puestos básicos y medios, principalmente secretarias y auxiliares admirativos y en la parte alta el personal operativo y los encargados, es muy curioso, justo cuando estaba afuera esperando a que abriesen era muy notorio desde cierta distancia que personas iban a entrar, se podía ver quienes trabajaban ahí a unos 7 metros ya que a esa distancia la gente comenzaba a ver la puerta de entrada más seguidamente antes de pasar, como indicando con la vista a donde se dirigían.
negras, como si hubiese habido humo, hay carteles pegados en todos lados, algunos con intenciones directas a empleados, otros para empresarios aunque no llaman mucho la atención; desde donde estoy se puede notar la jerarquía que el sistema impone sobre el personal, que de hecho tengo la loca teoría que la administración rige su orden más por la posición física que por orden intelectual, o bien el orden intelectual busca la máxima posición física, en planta del edificio al lado derecho de la sala de espera y recepción están los empleados con puestos básicos y medios, principalmente secretarias y auxiliares admirativos y en la parte alta el personal operativo y los encargados, es muy curioso, justo cuando estaba afuera esperando a que abriesen era muy notorio desde cierta distancia que personas iban a entrar, se podía ver quienes trabajaban ahí a unos 7 metros ya que a esa distancia la gente comenzaba a ver la puerta de entrada más seguidamente antes de pasar, como indicando con la vista a donde se dirigían.
Una secretaría grito mi nombre
(¿o lo gruño? La verdad le guardo el beneficio de esa duda) yo, de forma
natural me acerque a ella, su voz me decía que su trabajo se había vuelto tan
poco remunerante que no le importaba quien fuese a atender, ni siquiera tomó la
molestia de verme a los ojos, estaba ocupada con unos papeles en su escritorio,
me pidió que confirmara mis datos en una copia que me entregó, admito que creí
que el trámite se complicaría porque la secretaría hizo una expresión del tipo
¡¿Qué rayos?! Al ver mi número, y preguntó a su compañera sobre unos dígitos,
gracias al cielo no pasó a más y complete mi muy entretenido trámite; les
confieso que yo y todo tipo de trámite, papeleo, solicitud, acta, credencial o
cualquier cosa que involucre administración burocrática llevamos un pleito
eterno, no lo sé, tal vez se debe un poco a que jamás me he sentido cómodo frente a sistemas de papeleos rutinarios y de grises tensiones,
alguien que te regale sonrisa estilo "a la mierda la rutina!! yo deseo contagiarte un poco de mi felicidad " simplemente no encaja en estos lugares, la hostilidad es un requisito por
aquí.
Hoy de nuevo cambiando de
referencia se cumple una semana desde que entré a mi trabajo, y ya he pedido mi
primer permiso para salir temprano, tengo que viajar a mi escuela a hacer un
examen, estoy a bordo de uno de los dos camiones que tengo que tomar para
llegar a allá, en el segundo pretendo abrir mi laptop y estudiar en el viaje,
no es algo muy ortodoxo pero tengo que aprovechar el tiempo.
Creo que ha llegado la hora de
dejar de escribir. Un amigo me dijo una vez que todos podemos aprender
algo de cualquier persona o circunstancia, ciertamente yo aprendí eso de él, lo que me he llevado de estas ocasiones es no necesitar una hoja o un cuaderno o un tiempo determinado para detenerme a escribir sobre los detalles que a veces pasan desapercibidos en la vida, si todos escribiésemos sobre nosotros mismos cada vez que esperamos en una fila o en un asiento habría más autobiografías en este mundo, es probable que aprendiésemos más de nosotros mismos. Me agradó haberles relatado un poco de mi vida amigos, es momento de despedirme, no sin antes mencionarles que sigo en autobús tambaleándome, vivan felices, a fin de cuentas nadie sabe que nos deparará el siguiente párrafo de esta loca novela que llamamos vida, cuídense y los quiero gente :3
algo de cualquier persona o circunstancia, ciertamente yo aprendí eso de él, lo que me he llevado de estas ocasiones es no necesitar una hoja o un cuaderno o un tiempo determinado para detenerme a escribir sobre los detalles que a veces pasan desapercibidos en la vida, si todos escribiésemos sobre nosotros mismos cada vez que esperamos en una fila o en un asiento habría más autobiografías en este mundo, es probable que aprendiésemos más de nosotros mismos. Me agradó haberles relatado un poco de mi vida amigos, es momento de despedirme, no sin antes mencionarles que sigo en autobús tambaleándome, vivan felices, a fin de cuentas nadie sabe que nos deparará el siguiente párrafo de esta loca novela que llamamos vida, cuídense y los quiero gente :3